Rorschach x pablO

«¿Es así como todo termina? Vidas violentas que acaban violentamente. No hay tiempo para amigos. Sólo nuestros enemigos nos llevan flores a la tumba(...) Esto me recuerda un chiste:
Un paciente llega al doctor y le dice -Doctor, estoy triste y deprimido, cansado de la vida, no sé que hacer-
El doctor muy tranquilo le dice -No hay de que preocuparse, el tratamiento es simple. Ha llegado a la ciudad el payaso Pagliacci, dicen que es el mejor de todos. Solo tiene que ir a verlo y recobrará los ánimos-
El paciente estalla en lagrimas y le dice -Pero doctor… yo soy Pagliacci-”

Así reflexiona Rorschach en el funeral del Comediante, hecho clave que da lugar a la reaparición de los Watchmen. Aunque mentiría si dijera que Rorschach reaparece en ese momento, porque en realidad nunca se había retirado. Abandonar una postura, retractarse, descansar y cambiar de opinión es para personas que ven los grises. Y el razonamiento de Walter Kovacs (así se llama), al igual que la máscara que lo identifica, está compuesto sólo por blancos y negros. ¿Pero qué digo máscara? Esa no es su máscara, ese es su verdadero rostro, del que se vale para  enajenarse y castigar con desmedida violencia a quienes hacen el mal, el rostro que no abandona a pesar de darnos a entender que todo está perdido.
Podría seguir hablando de este importantísimo personaje y de su universo, pero ¿con qué fin? Les recomiendo ir directamente a la fuente y leer Watchmen ya mismo. Y para esta placentera tarea no es recomendable guiarse por los blancos y negros como hace Rorschach porque lo relevante subyace ahí abajo, tras las banderas, métodos y bandos. La esencia de Watchmen se vislumbra en el maravilloso discurso referido de Alan Moore, cuando desde adentro (y a la vez tan desde afuera) critica y pone en ridículo a ese nefasto sueño americano que se hizo realidad hace rato.